Durante los meses de verano los índices de radiación ultravioleta alcanzan su máxima intensidad, pero es importante tener en cuenta que durante los meses de frío esta radiación también está presente.
La lente cristalina de los menores de 10 años permite el paso de más del 75% de la radiación UV, comparado con el 10% que deja pasar a los 30 años.
Los niños juegan durante más tiempo al aire libre y se encuentran hasta tres veces más expuestos a la acción de los rayos UV que los adultos.
Cuanto más claros son los ojos del niño, más desprotegidos están frente a los efectos dañinos del sol, debido a que su mecanismo de defensa para frenar la entrada de luz no es perfecto.
Como ocurre en la piel, los efectos de los rayos UV en los ojos son acumulativos y pueden propiciar la aparición precoz de cataratas y otros trastornos de la vista.